Voluntarios en Faenza, Emilia Romagna

Crónica desde una de las ciudades afectadas por las inundaciones que causaron la muerte de 15 personas. Voluntarios y testimonios del drama.

Por Florencia Gagliardi | @mfgagliardi

Con Guido, su mujer y el equipo de voluntarios.

Hace doce días en Faenza no había calles anegadas por el barro, ni pilas de objetos convertidos en basura, ni montañas de escombros por toda la ciudad. Hace doce días en Faenza, en el norte de Italia, no había grupos de voluntarios al arribo desde otras zonas del país, ni rincones deshechos por la tragedia. Pero ahora, doce días después, todo cambió con el aluvión que arrasó con varias ciudades de Emilia Romagna, entre ellas, con Faenza.

Son más de las 9 de la mañana del jueves 25 de mayo. Habíamos calculado llegar a las ocho y diez, pero el tráfico retrasó la llegada. Una vez en Faenza buscamos el punto de encuentro que aparece en volontarisos.it, la plataforma que coordina la ayuda, y como no lo encontramos, damos algunas vueltas con el auto hasta localizar el lugar al que tenemos que ir.

Veredas cubiertas de basura

Frenamos el coche a metros del comando de la policía municipal y nos dicen que vayamos hasta la Piazza del Popolo, donde coordinan la asistencia. Entonces, en el camino vemos parte del desastre. Hay veredas que son un completo repositorio de basura. Muebles, electrodomésticos, camas y pertenencias de toda una vida deshechas para siempre. Le pregunto a una señora dónde se encuentra la plaza y señala que queda a unas pocas cuadras, que estacionemos el auto y vayamos a pie. “Yo estoy ayudando a mi vecina”, dice.

Piazza del Popolo

Seguimos las indicaciones y dejamos el auto en una de las calles que conducen al centro de la ciudad. Caminamos y vemos una carpa de la cruz roja y un cartel que señala “punto de coordinación voluntarios”. Al lado hay camiones de bomberos, del Ejército y también patrullas de la policía. Nos presentamos y decimos que llegamos como voluntarios. “Gracias por venir”, dice una de las mujeres y nos indica cruzar la calle para recibir más información. Entonces encontramos el punto de encuentro: Voltone della Molinella 4.

Enseguida una joven nos agrupa con otras personas que también llegaron a Faenza para colaborar. Bárbara, que viajó casi cinco horas desde Sondrio, Lombardia, Massimo, que vive en el municipio vecino de Bagnacavallo, en Ravenna, Alberto, de 26 años, que viajó desde Pisa donde estudia en la universidad, Lorenzo, de 16 años, de Alfonsine, Ravenna, que colabora desde hace días con los que perdieron todo, entre ellos, muchos de sus amigos.

Nos preguntan si tenemos equipamiento –botas de lluvia, guantes y ropa adecuada– y nos dan una dirección. Mientras la joven apunta el número de teléfono de uno de nosotros para tener como referencia por si acaso, se presenta en el lugar un señor. Su rostro habla por sí solo de la desesperación. Entonces de repente los planes cambian. Ahora la dirección es via Fadina 35.  

Víctimas y recuerdos perdidos

Nos trasladamos con el auto. En el camino vemos tractores que trabajan para remover escombros y residuos. Aunque pasaron varios días del aluvión, el barro en muchos lugares todavía está fresco y hay veredas repletas de residuos. Es tal la cantidad de basura, que según ha declarado el alcalde de Faenza, Massimo Isola, a medios italianos, los residuos acumulados en tres días equivalen a todos los del año 2022. “Son al menos 30.000 toneladas de recuerdos que se están retirando de las calles golpeadas por el aluvión. A medida que nos acercamos a la inmensa montaña vemos trozos de edificios, casas y vidas”, ha escrito en una publicación.

30.000 toneladas de recuerdos

Llegamos hasta una intersección y la policía nos pregunta a dónde nos dirigimos y luego nos deja avanzar. En paralelo, metros más abajo se encuentra el Lamone, uno de los ríos que colapsó a raíz de las lluvias y arrasó con todo a su paso. Con la vida también, porque además de la gran pérdida material, el aluvión en Emilia Romagna provocó la muerte de 15 personas. En Faenza un jubilado de 78 años fue arrastrado por el agua la noche del 16 al 17 de mayo y su cuerpo fue encontrado días después en el patio de su casa.

La historia de Guido

Llegamos hasta la dirección indicada. Guido Masini es asesor financiero -lo que se conoce como commercialista en Italia- y su oficina quedó cubierta por más de un metro y medio de agua. Dice que no hubo tiempo de salvar nada y que todo sucedió en una hora. Él y su mujer, María Teresa, viven en la parte alta de la ciudad que no sufrió los daños del aluvión. Pero en su oficina, en donde trabajaba desde hace 32 años, no quedó nada. Computadoras, impresoras, montañas de documentos de toda una vida que ya no existen.

Parte de los documentos que se encontraban en la oficina de Guido.

María Teresa nos entrega unas mascarillas para resguardarnos de la humedad y el barro que impregna el lugar desde hace días. Las paredes yacen agrietadas por el agua y todavía están húmedas. La mujer explica que intentaron sacar todo lo que pudieron por sus propios medios, pero que solos no podían. Y es verdad. Por eso movemos, entre seis voluntarios, pilas de documentos.

El piso está mojado y hay que caminar con cuidado para no resbalar. Desarmamos muebles y bibliotecas. En la oficina de Guido Masini hoy, después del dramático aluvión, no queda casi nada, sólo unos pocos papeles. En la puerta de ingreso yace un cartel húmedo con letras borrosas en donde aún se lee su nombre.  

Miles de afectados por el aluvión

Mientras removemos y limpiamos el barro del piso, me pregunto cómo se enfrenta la tragedia cuando es tan repentina e inesperada y más tarde pienso en las palabras de la escritora estadounidense, Joan Didion, que escribe en El año del pensamiento mágico lo siguiente: “La vida cambia deprisa / La vida cambia en un instante / Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba”.

Familias enteras que se han quedado sin hogar y en muchos casos también sin trabajo, porque sus negocios también sufrieron los daños del aluvión. Lugares que han quedado destruidos y con ellos miles de recuerdos sumergidos. “El impacto de la inundación fue devastador. Es una catástrofe con connotaciones muy amplias: afectó a 12.000 personas, estamos hablando de 6.000 viviendas, así como al tejido económico, productivo y comercial», ha declarado el alcalde de Faenza al sitio Ravenna Notizie.

Infecciones y otros riesgos

Guido luce cansado, pero en ningún momento deja de moverse. Cuando encuentro la oportunidad le pregunto cómo está y él responde que bien, aunque el miércoles -cuenta- empezó con una conjuntivitis. Es una de las consecuencias de lo ocurrido. Uno de los que alertó sobre posibles infecciones fue Matteo Basseti, director de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Martino de Génova.

“Vivir y estar en contacto con aguas residuales y aguas que han estado en contacto con cadáveres de animales pone a la población más frágil con riesgo de gastroenteritis, dermatitis y conjuntivitis. Hay que utilizar guantes y botas. El riesgo de epidemias es posible y debe evitarse», escribió en la red social Twitter.

Luego Guido dirá también que en Faenza nunca había ocurrido algo similar y que lo que pasó es “un trauma”. Y casi al final agregará una frase cargada de esperanza: “Ci riorganizzeremo di nuovo”. La resiliencia ante la tragedia. La solidaridad de un pueblo y de sus voluntarios también.

Cómo colaborar

Desde el comienzo de la emergencia han sido evacuadas 26.215 personas y han participado en total unos 21.800 voluntarios, según el sitio oficial de la región de Emilia Romagna.

Para ayudar como voluntarios a los afectados por el aluvión es posible hacerlo a través del sitio Volontari SOS, en donde basta con registrarse y seleccionar una ciudad. Allí aparecerán diversos turnos y tareas a realizar, como limpieza de calles y muebles.

Asimismo, la región ha activado una campaña de recaudación de fondos para apoyar a las personas y comunidades de Emilia Romagna afectadas por el aluvión. Más información en el siguiente enlace oficial y en el Comune di Faenza.

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